Políticamente corrector (de estilete)

martes, 5 de enero de 2010

"Los editores españoles van a equivocarse con el e-book"

Reflexión sobre el artículo "Mi visión del libro electrónico y las librerías", publicado en http://www.econectados.com el 5/1/2010:

Estimados colegas:

Me resulta gratificante constatar la cantidad de respuestas que genera un artículo de ésta naturaleza. La posición del autor me parece acertada como tendencia, a grosso modo, pero tiene varios puntos débiles y otros que no tiene en cuenta. La visión de "un año más o un año menos en librerías" me parece demasiado apocalíptica. La historia humana -e incluso la historia de la tecnología- demuestra que cualquier cambio de paradigma, aunque se trate del mundo digital, es gradual. Y creo ello se debe, precisamente, a la naturaleza humana. Creo que el aspecto menos convincente del artículo radica en la creencia de que el lector promedio se rasga sus vestiduras por pasar del formato papel al electrónico. Y en ese punto, discrepo completamente. Los impulsores del fenómeno son, en primer lugar, los más interesados en el cambio: Amazon y todas las pequeñas o grandes rémoras que vienen detrás, que pretenden captar una masa crítica de lectores/consumidores que les permita dar el gran salto. Pero tanto el autor del artículo como Amazon omiten consciente o inconscientemente que hay un factor fundamental -el factor humano- que hace que exista una resistencia al cambio, en mucho casos por la explícita y sencilla razón de que muchos no queremos leer un e-book, mucho más allá de practicidad y precio. El actor de leer es un acto de solaz, relajación, placer, distensión, aprendizaje, ocio productivo. Y llega a ser un acto estético en el que intervienen los cinco sentidos, cosa que no puede brindar un libro electrónico, da igual su precio o su disponibilidad. Para muchos, y me incluyo, el acto de leer es un hábito ligado a muchos aspectos cotidianos que van mucho más allá de "bajarse" un e-book. Otro punto que se omite es que somos un buen porcentaje los lectores que no queremos elegir un libro por un catálogo de Amazon o Barnes & Noble, sino que disfrutamos mucho del ritual que comporta todo lo previo a la adquisición de un libro en papel, vale decir visitar un par de librerías, ojear, hojear, manosear, oler y leer alguna página del libro que nos interesa. Respecto a los editores, si bien coincido en que están diagnosticando algo tarde el fenómeno, no tengo claro si se equivocan tanto como dicen aquí. No olvidemos que el mercado iberoamericano no tiene mucho que ver con el anglosajón, que siempre ha tardado una década más que su homólogo del norte en adoptar las nuevas tecnologías. El punto álgido es que no hablamos de adoptar una nueva versión de Windows, que sí podría suceder en uno o dos años, sino de que todos los actores de un mercado editorial -cuyas dinámicas obedecen a una lógica particular que además posee componentes ligados a una fuerte tradición- se vuelquen hacia algo sustancialmente diferente en cuánto a modos de consumo cultural. Pretender siquiera soñar que ese puede cambiar radicalmente durante 2010 es poco menos que naïf. Concluyendo, más allá de los problemas, falencias, vicios y déficits con los que cuenta la dinámica que mueve el mercado editorial tal como lo conocemos, los cambios que ya han comenzado a producirse serán graduales, aunque haya un "salto digital" mundial entre 2010 y 2012, España aún demorará dos o tres años más en vivirlo. El verdadero cambio se producirá a partir de 2010 en Estados Unidos, Alemania y Japón, seguido de Francia, Canadá y tal vez los países nórdicos, pero la tendencia no se implantará ni tan fácil ni tan velozmente en el resto de Europa y el mundo. Nada sucede en un año, ni siquiera en el nuevo mundo digital. El declive de la librería tradicional será gradual, además de que ya se buscan modos de "aggiornarla" para intentar adaptarla a los nuevos modos de consumo cultural, por tanto pretender que las librerías como tal desaparecerán de aquí a 2012 es poco menos que ingenuo. Julián Chappa · www.ediciona.com

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