Políticamente corrector (de estilete)

miércoles, 12 de agosto de 2009

Menú Nº4 XLarsson con papas medianas

¿En qué se parecen los «best-sellers» a las hamburguesas? Pues en que los seres humanos que hoy en día «despachan» libros en las librerías son tan huraños y tienen un desinterés similar al de los empleados de las hamburgueserías, en dura competencia para el galardón de «empleado más afásico del mes». ¿Que tienen sueldos misérrimos? ¿Horarios demenciales? ¿Contratos basura? Claro, todo eso y más privilegios neocapitalistas, pero eso no quita que cuando buscamos trabajo nos dé igual una librería que una hamburguesería. Si opto por la librería debo tener un mínimo ya no digo de amor ni interés, sino tan solo de voluntad de que el cliente se vaya satisfecho para conservar mi puesto de trabajo. Ya no es vocación sino, aunque más no sea, básico instinto de supervivencia. Personalmente, tengo que forzar la memoria para recordar la última vez que entré a una librería, consulté al «vendedor/expendedor» y me sorprendió, no solo porque me miró a los ojos esbozando una tímida sonrisa, sino porque me acompañó al sitio en el que debería estar dicho libro, ¡el libro efectivamente estaba allí! e —increíblemente— el ejemplar no estaba mutilado en algún grado. Respecto a «libros handicapados», se da la curiosa relación inversamente proporcional: si el libro está handicapado por fuera, es muy probable que sea un buen libro, de esos que se esconden en polvorientos rincones poco visitados, abandonados por el turismo textual, cuyas rutas pasan por senderos alejados de esas estanterías perdidas en los suburbios de la literatura. Si se trata de un «best-seller», por fuera lucirá espléndido, apilado en paredes de 30 centímetros o más como si de ladrillos se tratase. Pero estará handicapado por dentro, en sus contenidos. Lo peor es que no se ve. Y lo que no se ve, para muchos, deja de existir. Para el turismo textual, que viaja hasta ese páramo a buscar media docena de Larssons para regalar, los valores simbólicos son mercancías sin valor, absurdas e ininteligibles. Está claro que el modelo de librería tradicional es obsoleto económicamente, pero culturalmente es tan crucial su existencia como lo es la idea de que acabemos siendo parte de una sociedad de handicapados a los que —dentro de unos años, unos meses o unos minutos, quién sabe— comprender el argumento de El Quijote les resulte poco menos complejo que la Teoría de la Relatividad de Einstein. Un Menú Nº4 XLarsson por favor. Ah, con papas grandes y sin mayonesa. ¿Que por 1€ más me regalan la trilogía? Pues... sí. Entonces póngales bastante mayonesa desde el prólogo a los tres. Pobre Stieg, menos mal que ya está allá arriba en la platea eterna... ¡Buen provecho!

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