—Señor editor, quería pedirle —si fuera tan amable— que haga el favor de leer al menos el primer capítulo de éste original, se trata de una historia difícil de clasif…
—Mire, señor Queneau, mi respuesta es que no. En éste negocio ya no hay sitio para autores como usted, para digerir sus textos se necesita mucho más «trabajo» del que el mejor de los lectores de mi editorial está dispuesto a hacer.
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